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sábado, septiembre 12, 2009

Tutmosis III el especulador

Vaya por delante que hablo de Tutmosis III por hablar de un faraón; no tengo ninguna prueba fiable ni ningún dato fidedigno que apunte a que los hechos que narro en este artículo sucedieran durante su reinado. Mi única fuente para esta elección proviene de un hecho demostrado, el de que los judíos salieron de Egipto en época de Ramsés II, junto con la bíblica mención a los 200 años que estuvieron los judíos en la tierra de los faraones. Así es que, aunque supongo que tampoco le importaría mucho en caso de que viviera, mis disculpas de antemano a Tutmosis III por mi atrevimiento al tacharlo de especulador en el caso de que, efectivamente, no se tratase de él, sino de algún Amenhotep o de la mismísima Hapsepsut o cualquier otro. Y me disculpo, conste, más por la imagen que de ello pueda derivarse ante terceros, visto lo mal vista que está la especulación en los tiempos que corren.

Entrando en materia, si no me equivoco mucho, es en el libro bíblico del Éxodo donde hay que ir a buscar la historia de José, su hermana y sus once hermanos; de cómo lo abandonan en un pozo y luego lo recogen unos mercaderes egipcios que lo llevan a su tierra, y cómo, una vez allí, consigue adivinar el significado de diversos sueños de que estaba siendo "víctima" el vigente faraón (Tutmosis III, según yo), y con ello alcanzar la libertad y la prosperidad y pasa a poder permitirse un ápice de magnanimidad, perdonando a sus hermanos y llevándolos a vivir con él. Pero lo que se refiere estrictamente a José, es otra historia y, por lo tanto, debe ser contada en otro momento.

La cuestión es que, según el juicio de José, que a la postre se manifestó cierto, le esperaban a Egipto 7 años de abundancia que vendrían seguidos por otros 7 de carestía. Y este juicio clarividente fue el que decidió al faraón, mano visible del poder imperial egipcio, a almacenar una parte de la cosecha producida en los años de abundancia para poder disponer de ella en los de carestía. Por una vez, gracias a José y su buen juicio (no en vano era judío), la intervención estatal no supuso una traba al correcto desarrollo de la economía, en este caso, de todo un imperio que empezaba sus años (o siglos) de máximo apogeo.

Traslademos la versión bíblica de los hechos a cualquier país actual civilizado, donde exista, en más o en menos, un libre mercado (es decir, Venezuela no cuenta). Lo mismo que hizo entonces la mano visible del faraón, lo haría la mano invisible del mercado a través de sus mecanismos: en los años de abundancia los precios bajarían mucho y los productores almacenarían parte de sus mercancias con el doble objetivo de:
a) Frenar la caída de los precios.
b) Vender más caro en un momento posterior, en que, por ejemplo, una mayor escasez de producto, permita obtener un beneficio extra.

Lógicamente, ambos objetivos persiguen la consecución de un beneficio mayor por parte del productor, y forman parte de lo que viene denominándose como especulación, el temido demonio de socialistas y antiliberales varios. Tribus ambas que no son capaces de ver el postrer beneficio de la existencia de estos mecanismos, tan humanos por otra parte, igual que tampoco son capaces de ver la multitud de riesgos que entrañan (como el deterioro de la mercancía almacenada), con los que corre quien recurre a ellos, y no quien los critica.

En resumidas cuentas, en este siglo en que está tan de moda aquello de asociar a personajes bíblicos trascendentes con lo que a uno le sale del sitio con tal de que lo realce, como hacen todos los sociatas que dicen que Jesucristo fue el primer socialista, pasándose por debajo del forro aquello de "al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", sólo porque todo el mundo acepta lo cojonudo que era Jesucristo y eso convierte al socialismo en algo tan cojonudo como Jesucristo, me voy a permitir el lujo de afirmar que Tutmosis III (o quien fuera), que era un tío inteligéntisimo y muy cojonudo también, fue el primer especulador. Permítaseme pasarme por el forro la intervención estatal que supuso el hecho en sí, así como la segura existencia de predecesores suyos en eso de la especulación. Y es segura su existencia porque, como he dicho antes, la especulación va en la esencia del ser humano.

Un Saludo.

Camino iluminado por Huichilobos >> 11:39 a. m. :: 0 Recuerdos...

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