AztecWorld

viernes, noviembre 23, 2007

Guay

Bueno, esto forma parte de un debate que, en teoría, ya pasó y, además, ya hay una ley aprobada al respecto, por lo que tampoco tiene mucho sentido la polémica a toro pasado. Y es que la democracia funciona como funciona, y gobierna el que ha sido elegido por mayoría, y hace lo que le parece y al que no le guste a chistar; y así debe de ser, para bien, no cosa que lleguemos a las manos con la mala experiencia que ya tenemos los españoles en ese sentido.

Hoy quería comentar un poco mi posición con respecto a la ley de los matrimonios gays, que creo que no he hecho mención a ella en ninguno de mis 100 artículos anteriores.

Vaya por delante que yo no tengo nada contra dicho colectivo; cada uno es muy libre de hacer con su cuerpo lo que quiera siempre y cuando no influya en el cuerpo de los demás sin expreso deseo de los mismos, incluido suicidarse (aunque, si está en mi mano, procuraré evitarlo; son cosas harto desagradables). Y es el caso que, la citada ley, recoge la posibilidad de que una pareja de homosexuales pueda adoptar.

En primer lugar, a mi no me parece que una pareja homosexual sea equiparable a una heterosexual desde el momento en que existe una renuncia previa por parte de ambos a la posibilidad de engendrar hijos dentro de lo que es la pareja, por lo que, aunque se equiparasen los derechos de ambas, no debería de llamarse igual; pero bueno, esa es una vertiente del asunto que no me quita el sueño.

Lo que sí me parece más grave es la posibilidad de la adopción, y por varios motivos:

1.- El primero de todos, porque, como digo con anterioridad, en el momento en que uno decide (por lo tanto, elige libremente) casarse con alguien del mismo sexo, ya está renunciando a la paternidad en el seno de su matrimonio de forma expresa, y lo lógico es que uno acarree con todas las consecuencias de sus decisiones. Que los perros no van atados con longanizas en ninguna parte; al menos que yo sepa.

2.- El segundo, porque incluso aunque existiese descendencia previa de alguno de los contrayentes, esa descendencia ya tiene de forma natural un padre y una madre, ambos fácilmente reconocibles, y no tiene ningún sentido que el advenedizo en discordia pase de un papel de padrastro o madrastra como ha sucedido siempre y por los siglos de los siglos. Exactamente igual que la pareja, si la hubiere, del segundo progenitor natural de la criatura, sea este homo o hetero.

No hay por qué cambiar una cosa que se sabe que funciona.

3.- Porque incluso aunque a alguno de los contrayentes le diese por ser padre fuera de lo que es la pareja, estaríamos en el mismo caso anterior. No compartiría la conducta del susodicho, y, además, me parecería bastante humillante para su pareja, pero no deja de ser un caso similar al recogido en el punto 2.

4.- Porque una vez excluídos los casos recogidos en los puntos 2 y 3, el único que queda es el de la adopción de criaturas que, por alguna causa, se hayan visto privadas de los cuidados de sus padres naturales, y en este caso, tengo bastante claro que una pareja gay, como menciono más arriba, no tiene parangón con una pareja hetero: el niño podrá ser igual de querido, e igual de cuidado, pero siempre le faltará uno de los dos referentes fundamentales de los que la mayor parte de los mortales hemos disfrutado: el del padre y, sobre todo, el de la madre.

No me sirve aquello de "estarán mejor en un centro de acogida", primero porque si tantos niños hubiese en centros de acogida, no me explico cómo es posible que se adopten tantos de otros países, y segundo porque, además, sí es mejor.

5.- Porque incluso aunque fuese una forma de darle un sentido legal a los casos recogidos en los puntos 2 y 3, no deja de ser un punto de apoyo sobre el que argumentar para darle salida a la situación recogida en el punto 4, con lo cual, es como si se diera vía libre a la adopción indiscriminada de niños por parte de parejas homosexuales, peligro este que el buenismo progre suele obviar en muchas de sus decisiones.

Aparte lo anterior, y como digo al principio, la ley ya está aprobada y punto pelota; los efectos de la misma sólo podrán verse al cabo de 15 o 20 años, y, en cualquier caso, creo que su repercusión no va a ser muy grande por cuanto se trata de un colectivo minoritario dentro del cual, además, no es habitual que se establezcan relaciones de pareja de larga duración.

Lo que sí espero es que, llegado el momento, el gobierno progre de turno me reconozca mi derecho a que mis hijos tengan los ojos azules; los querré más y los voy a cuidar mejor, puesto que son justo, justo, como yo quería que fuesen.

Un Saludo.

Camino iluminado por Huichilobos >> 7:01 a. m. :: 0 Recuerdos...

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