Hoy, día 14 de agosto, comienzan las fiestas patronales en honor de la Virgen del Pino y San Roque, y dentro de un rato me desplazaré allá para estar con mis paisanos celebrando esta reunión que tenemos todos los años. La duración de las mismas es de 5 días, aunque por motivos personales, yo sólo estaré en los tres primeros. Si bien, se puede considerar que con ello puedo dar por cumplidas mis obligaciones, ya que son los más tradicionales.
A lo largo del calendario, la vida del visontino está plagada de diferentes festivididades relacionadas con tradiciones más o menos antiguas. De todas esas festividades, la más larga, más celebrada y de más solera son las fiestas patronales que tienen lugar, así como en muchos otros pueblos y ciudades de España en torno al día 15 de Agosto, consagrado a la Virgen María, que en el caso de Vinuesa está representada por la Virgen del Pino. Esto es debido, como es lógico, a todo el pinar que rodea el municipio, cosa que no deja de tener un cierto cinismo, puesto que la mayor parte del mismo no es propiedad de Vinuesa pese a ser el municipio más cercano, si no a Soria, a la Mancomunidad de los 150 pueblos y también al vecino municipio de Covaleda, por motivos que explicaré en otro momento.
Las fiestas tienen un marcado carácter religioso y también militar, puesto que están ligadas a dos cofradías de origen militar, que son la cofradía de la Virgen y la cofradía de San Roque. La primera de ellas está destinada a personas casadas y la segunda a personas solteras. Cada año que pasa es uno de los hermanos cofrades el encargado de servir la cofradía, teniendo una serie de obligaciones a cumplir para con el resto de hermanos. Ambas tienen un número limitado de plazas, por lo que no todos los vecinos del pueblo son cofrades. De hecho, durante muchos años los puestos de las cofradías han sido copados por descendientes de antiguos habitantes de la villa que no vivían en ella, pero que o bien venían a veranear, o bien hacían lo justo por mantener sus privilegios.
Esto, como muchas otras cosas más o menos injustas que han sucedido y continuan sucediendo a lo largo y ancho de nuestra geografía, encuentra su origen en el clasismo y el separatismo imperantes durante los 40 años de la dictadura franquista. Hoy en día, cada vez son más los habitantes residentes en el pueblo que llenan las listas de las cofradías.
Al igual que en San Fermín en Pamplona comienzan las fiestas con el Chupinazo, el comienzo de las fiestas de Vinuesa lo marca la tradicional pingada del Mayo, que es una tradición común a la mayor parte de los municipios que conforman la comarca de Pinares, en el norte de Soria, si bien, en muy pocos de ellos se sigue haciendo, como se hace en Vinuesa, a la manera tradicional: por la fuerza bruta (ver imágenes).
El mayo es un pino esbelto y alargado, que puede llegar a medir unos 25 metros de longitud y tener un volumen de en torno a 1 metro cúbico (lo cual significa que puede pesar hasta más de una tonelada), y que es izado hasta su posición vertical en la plaza mayor del pueblo en primer lugar, y otro mas en la plaza de la Soledad en segunda instancia. El segundo suele ser más pequeño.
El pino que se pinga en la plaza mayor es escogido en el pinar por parte del mayordomo de la cofradía de la Virgen. El que se pinga en la plaza de la Soledad es seleccionado por el mayordomo de la cofradia de San Roque. De ahí que el segundo suela ser de un tamaño inferior.
La forma de hacerlo es la siguiente: en primer lugar, el alguacil del pueblo recorta lateralmente la base del tronco del pino hasta hacerla del tamaño del agujero en que después irá encajada. Posteriormente, el pino es izado a mano entre unos cuantos mozos y colocado de forma que apunte al agujero.
Mientras los mozos lo mantienen levantado, se le meten por debajo las tres primeras aspas. Las aspas son en realidad pinzas formadas por dos maderos que se cruzan a una altura determinada, de forma que permiten enganchar el pino por la parte de arriba, mientras desde abajo pueden ser empujadas por unos cuantos mozos voluntariosos. Las tres primeras permiten sujetarlo embocado al agujero, así como dar los primeros empujones hacia arriba.
Lógicamente, el pino no se iza de un sólo golpe, sino en unos cuantos golpes que deben ser muy precisos para que no se venza hacia ningún lado y su colocación final sea correcta, por lo que siempre hay un "maestro de obras" indicando qué pinzas son las que deben empujar y cuanto. A medida que el pino va ocupando posiciones más elevadas, van entrando el resto de pinzas, hasta completar un total de 5 (para cuando entra la quinta, la primera se retira), y se continua izándolo poco a poco hasta que da el coletazo final y se termina instalando en el agujero.
En el momento de dar el coletazo final, suele sufrir oscilaciones, que se suelen sujetar por medio de las pinzas por la parte de atras, mientras que se emplean cuerdas atadas a la picota del mayo para contrarrestar el resto de oscilaciones y para sujetarlo finalmente en posición vertical a diferentes balcones de la plaza. La misma operación es repetida en la plaza de la Soledad para el mayo de los solteros. Las cuerdas, como es de suponer, habían sido colocadas y puestas en posición previamente a comenzar la pingada.
Hasta aquí la parte correspondiente a la pingada del mayo, que es el acto que dentro de poco más de una hora dará comienzo a las fiestas de Vinuesa. Si fuese buen mozo visontino, ya estaría allí, presto y dispuesto después de haber hecho fiesta ya desde anoche. Pero como no lo soy, este año me perderé la pingada en detrimento del resto de brazos que tendrán que suplir la parte del esfuerzo que habitualmente recaía sobre mis brazos.
A lo largo de los días subsiguientes iré relatándoles más cosas de las fiestas de Vinuesa. Creo que para ir abriendo boca, este artículo ya es lo suficientemente largo como para seguir cargándolo más.
Un Cordial Saludo Visontino.
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