Pero en circunstancias ciertas
en que voto no le doy,
va de retiro a su huerta
donde a buscarla no voy;
Duerme y cuando se despierta
descubre que vivo estoy
y ella se declara muerta;
y entonces le digo: “cerda”
y ella responde: “mamón”
cerrando después la puerta
como si dijese: “adiós,
ya se acabó la reyerta,
yo me vuelvo a mi colchón”.
Y entonces, como cubierta
de flores o de algodón,
aparece una voz nueva;
esa que en el mogollón
se encuentra siempre encubierta
por venir del corazón.
Y entablo de forma abierta
con ella conversación.
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