AztecWorld
martes, mayo 23, 2006
Retales de mi vida I: Vinuesa
Hasta donde yo sé, el que más con el que menos de todos los autores conocidos y probablemente por conocer, hacen alguna referencia en su obra al lugar del que son oriundos y/o también a algún paraje, ciudad, aldea, ... en que hayan sido felices. Incluso aunque sea imaginaria, como Macondo. Y es que uno siempre lleva clavado en el corazón el lugar al que se considera ligado.
Por mis partes, han sido varios los intentos de dedicarle un poema a mi Vinuesa natal. Supongo que el primero fue una cuarteta que escribí un verano cuando tenía 18 o 19 años y que decía, en una mala imitación de Machado, algo tal que:
Me parieron las entrañas
del verde pinar soriano,
entre nevadas montañas
de tupido manto blanco.
También por aquella época hice algún intento sabiniano estilo "Pongamos que hablo de Madrid" o algo así, pero no cuajó. Duró en mi haber lo que duran dos peces de hielo en un whiskey on the rocks.
Con posterioridad lo he intentado más veces, y al final, allá por Abril de 2001, conseguí ensartar unos cuantos versos que vienen a decir lo siguiente:
En tus aguas he regado
las flores de mi niñez,
y volviendo hacia el pasado
ellas calman hoy mi sed.
En tus días he vestido
de luces mi oscuridad,
llenando con sus sonidos
cien años de soledad.
Nostalgia en tus calles siento,
por ellas mi vida pasa,
y son sólo los cimientos
donde edifiqué mi casa.
Y pienso al oir tu nombre
que tu conservas mi ayer,
que sabes aunque me asombre
mucho acerca de mi ser.
Aunque alrededor del eje
cien mil vueltas de la noria
y lejos, llevar, me deje,
no consienta mi memoria
que olvide que aunque me queje
formo parte de tu historia.
A la sombra de los pinos,
allí es donde nací yo,
¡ Que a la sombra de los pinos
descanse mi corazón !
En tu atmósfera he llenado
de momentos mis pulmones;
hoy rebosa aire cargado
de olvidadas sensaciones.
En tus noches he podido
soñar con un yo futuro,
que aunque no viva contigo
te lleve en estado puro.
Tus campos respiran paz,
por ellos no pasa el tiempo,
y son tan sólo el hogar
que acogió mi nacimiento.
Comadrona, oir tu nombre,
tu que me viste nacer,
¡ Qué acertado estuvo el hombre
que quiso hacerte mujer !
Biblioteca del pasado
que dictó mi porvenir,
aunque mucho hemos cambiado
no dejes agua venir
que apague el fuego sagrado
que me quema junto a ti.
A la sombra de los pinos
nunca me faltó alimento.
¡ Que la sombra de los pinos
guarde mi postrer aliento !
Espero que sea de su agrado.
Camino iluminado por Huichilobos >> 11:13 a. m. ::
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